Joaquín Runza Costales
Ubicación: Barrio Fruiz, 37 33314 VILLAVICIOSA.
Actividad desarrollada: Producción y venta de plantas hortícolas y ornamentales. Producción de hortalizas y patata. Venta de productos y accesorios para el jardín.
Marcas de calidad:
Teléfono:
629 61 23 63
Redes Sociales:
Instagram: Viveros Runza
Facebook: Viveros Runza
Email:
viveros runza@gmail.com
Web:
https://www.viverosrunza.com/
Entrevista a Joaquín Runza Costales.
Visitamos este vivero de carácter familiar en el mes de octubre, ya al final de la temporada. En el punto de venta de hortícolas, aún pueden verse variedad de productos: tomates, berenjenas, cebollas, calabazas, pimientos… Recuerda al típico puesto que puede verse en los mercados de los pueblos, y pienso si será un pequeño homenaje a la madre de Joaquín y Pablo, que se dedicaba a la venta de hortalizas en plazas.
Actualmente, si hablamos de una explotación familiar no hablamos en absoluto de falta de profesionalidad, sino todo lo contrario: siendo ya imposible competir en precio con las grandes superficies y supermercados, solo quedaron aquellos productores que, con gran esmero y dedicación, consiguieron diferenciarse en el mercado apostando la calidad.
Siempre atentos a las demandas del consumidor y analizando cuidadosamente su posición en cada momento, estos dos hermanos tuvieron el mérito de ponerse a la cabeza en producción de lechuga al aire libre en Asturias cuando este enfoque aún ofrecía rentabilidad, para virar drásticamente hacia la diversificación y la especialización en calidad cuando las condiciones cambiaron, dirigiendo su venta directamente al consumidor final.
¿Cuáles son vuestros productos más representativos?
Entre los productos hortícolas, el que más nos identifica es el tomate. Trabajamos una variedad conocida como tomate Mariñán, muy valorada por su sabor, y también un tomate azul de raza pura, no híbrido, cuyas cualidades son excepcionales. Se trata de un producto que nos trae gente al vivero. También vendemos bastante pimiento, tomate, la cebolla y cebolleta, lechuga, coles…
En cuanto a la planta hortícola, destacamos especialmente el pimiento. Hacemos todas las variedades habituales y alguna más: morrón o lamuyo, padrón, padrón dulce, dulce italiano e italiano especial. El italiano especial se vende cada vez más porque, una vez la gente lo prueba, lo prefiere por su piel tan fina como la del italiano convencional y su carne más gruesa. También hacemos algo de guindilla y algo de chili. El pimiento es la planta hortícola que más ingresos nos aporta.
Sin embargo, lo que a nosotros más nos renta actualmente es la jardinería. Trabajamos un poco todo: planta de temporada, árbol, arbusto, conífera, cítricos, trepadoras, palmáceas, pequeños frutos… Y, complementariamente, también vendemos sustratos, fitosanitarios, fertilizantes… todo aquello que va a la par de la jardinería y que el cliente nos va demandando.
¿Cuál es vuestro público objetivo?
Nuestro público objetivo es el cliente de proximidad, favoreciéndonos la cercanía y comunicaciones con Gijón. En el caso de la planta hortícola, se trata de aficionados que cultivan para autoconsumo; con la planta ornamental, atraemos a mucha gente procedente de la zona este de Gijón, que presenta una gran densidad de viviendas unifamiliares. Por su parte, nuestros productos hortícolas son los que demanda ese consumidor que está dispuesto a pagar un poco más por la calidad y que valora ver dónde se cultivan.
¿Cuál es el origen de la explotación?
Se trata de una explotación de familiar que inició nuestra madre, que cultivaba hortalizas y las vendía en plazas. A partir de ahí, mi hermano Pablo y yo enfocamos nuestra vida profesional hacia la producción hortícola.
Nos centramos en la lechuga y fuimos los mayores productores al aire libre de Asturias, llegando a cultivar unas 5 ha.
Hacíamos venta directa a frutería, porque no había la gran implantación de grandes superficies y cadenas de supermercados que hay hoy, y para colocar tanta cantidad recurríamos también a mayoristas.
Pero fruterías y mayoristas cayeron de la mano cuando empezó a aumentar el consumo en las grandes superficies y estas comenzaron a servirse de sus propias plataformas, puenteando a los mayoristas.
Ante esta situación, tuvimos que variar nuestra estrategia y lo primero que hicimos fue diversificar nuestra producción de hortalizas: la lechuga paso a un segundo plano, aumentando la importancia de otras. Después, empezamos a hacer planta hortícola, primero para nuestra propia producción y después para la venta, al aficionado principalmente, y ocasionalmente a profesionales. La jardinería vino de la mano, poco a poco.
Quedamos pocos profesionales en este sector, sólo los que hemos sabido adaptarnos a las nuevas condiciones.
Actualmente, trabajamos unos 30.000 m2 de terreno, de los cuales 12.000 m2 son de invernadero.
¿Cómo os diferenciáis de los grandes productores?
Además de diversificar nuestra producción de hortalizas, para poder competir con grandes superficies y supermercados tuvimos que diferenciarnos por la calidad.
Podemos poner como ejemplo la patata. Aunque no es habitual, la cultivamos casi toda en invernadero y complementamos al aire libre. De esta forma, podemos ofrecer patata nueva desde junio hasta octubre. En cuanto a la variedad, consideramos que hay dos que destacan por su sabor: Monalisa y Spunta. Nosotros trabajamos Monalisa, que satisface tanto la versión frita como la versión cocida. Se trata de una variedad más sensible a mildiu, que evitamos mediante su cultivo en invernadero, y más cara, pero su rentabilidad la encontramos en la calidad. Aunque no es la demandada en hostelería a causa del precio, en los hogares se valora una patata de mayor calidad y es ahí donde nosotros podemos competir. Sí vendemos algo de patata a restaurantes de la zona para determinados platos en los que es protagonista, como los cachelos.
El caso del tomate es diferente, porque vendemos tanto al particular como a la hostelería, pudiendo encontrarlo en la carta de algunos restaurantes. Y es que, en comparación con las variedades del mercado, rompe. Es frecuente que nos llegue algún cliente que preguntó en el restaurante dónde compraban el tomate.
Cuando conquistas a alguien por el paladar, la fidelidad está asegurada.
¿Cuáles son las principales dificultades a las que os enfrentáis como pequeños productores? ¿Cuál fue el momento más difícil?
Como pequeños productores, estamos muy a merced de las variaciones del mercado tanto para la adquisición de semilla como para el abastecimiento de las distintas materias primas.
El momento más difícil fue cuando tuvimos que decidir dejar de producir lechuga en grandes cantidades. Era un cultivo que teníamos muy conseguido en cuanto a producción, calidad y comercialización. De repente, eso se nos vino abajo y tuvimos que virar totalmente para producir cada vez más tomate, judía, pimiento, patata… Jamás hubiera pensado que iba a cultivar patata para vender.
¿En qué os hemos ayudado los ITAs y en qué otras cosas crees que podríamos ayudaros?
Cuando empezamos a desarrollarnos en horticultura, tuve que ser autodidacta y buscar información en gente con formación.
Quiero hacer referencia a la figura de Carlos Penanes, ingeniero agrícola que trabajaba en la oficina comarcal de Luanco y que tenía gran inquietud por desarrollar el cultivo en invernadero cuando aquí aún no existía. Su asesoramiento me sirvió mucho.
¿Dónde y cuándo pueden comprarse vuestros productos?
La planta hortícola la vendemos sobre todo durante los meses de abril y mayo, que es la época adecuada para plantar casi todas las especies que se cultivan en esta zona.
En cuanto a jardinería, vendemos durante todo el año aunque los meses más fuertes son también abril y mayo, por la planta de temporada.
Entre los productos hortícolas, nuestro principal atractivo es el tomate, que comienza a salir a la venta a finales de junio y estiramos hasta finales de octubre, pero los momentos fuertes son julio y agosto. El pimiento va un mes y medio por detrás, a partir de agosto.
La lechuga la hacemos todo el año, solapando su cultivo al aire libre y en invernadero.
También comercializamos mucha verdura o berza asturiana, desde principios de noviembre hasta principios de marzo, cuando sube a flor. Si bien su demanda está muy estacionalizada, por el frío, detectamos que su consumo es cada vez mayor.
Por último, ¿Cómo veis el futuro del medio rural y del sector?
Creo que el sector ya tocó fondo hace unos 5 o 6 años, y ahora se está acomodando y empezando a remontar bajo una óptica muy concreta: diversificación y producto de calidad. El que no siga por esta línea no tiene opciones de ser rentable. Los productores que siguieron orientados hacia el aumento de la producción y no viraron, terminaron por estrellarse debido a los márgenes cada vez más escasos inasumibles en nuestra zona. Hay que ofertar algo diferente y no apostar por un único producto.
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