Colegio de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Asturias. Carlos Fernández
A pesar de ser junio, hacía hacía frío en la Estación del Norte, en Oviedo. Al as 7:31 el Alvia 04270 con su aspecto de gran pato y procedente de Gijón se detuvo en el andén 2. Seis minutos más tarde, tras un pitido educado, se deslizaba con destino Madrid-Chamartín.
Los viajeros aprovecharon para recrearse en las vistas majestuosas de la cordillera, sabiendo que pronto ese recorrido centenario desaparecerá para siempre. La adoración por la velocidad venciendo otra vez más a la belleza de la vida. A las 12:01 h., el Alvia se detuvo en la estación de Chamartín trastornada por las obras. Un taxi los acercó a Barajas.
A las 16:30 h. el Boeing 777 blanco de Qatar Airways se detuvo en la cabecera de la pista principal del Aeropuerto Adolfo Suárez. Tras unos segundos, con la nave frenada, los motores aumentaron con fuerza sus revoluciones. De pronto, como si se hubiera soltado de un muelle, a juzgar por el empuje del respaldo en los asientos, el birreactor más grande del mundo, de 75 m de largo y capaz de albergar 500 pasajeros, comenzó a rodar a 250 km/h.
-Se va a acabar la pista y este trasto, con la panza llena por la burrada de cosas que compraron todos estos de los petrodólares no despega, Joaquín.
-No te preocupes, debemos estar ya en el punto de no retorno; o despega o despega, no le queda otra, Alberto. Tranquilo.
Como si hubiese escuchado coma el gigante de 400 toneladas comenzó a elevar la proa lentamente. Una vez en el aire viró con majestuosidad hacia el Oeste, para minutos después orientarse en sentido contrario, camino de Golfo Pérsico.
Joaquín Muñoz y Alberto Mangas, dos ingenieros técnicos agrícolas, miembros de Agrícolae Mundi, viajaban con destino a Jécua, un pueblo en el interior de Mozambique, con la encomienda de llevar a cabo un reconocimiento general de la realidad y posibilidades agrícolas de una finca de más de doscientas hectáreas en la que se asienta la Misión Franciscana «Agropecuarias Sao Francisco», donde se está llevando a cabo el Proyecto UBUNTU, consistente en el desarrollo agrario del territorio, con el apoyo de la Fundación para la Cooperación Internacional de los Ingenieros Técnicos Agrícolas de España.
Durante siete horas, en el confort cansino del avión con la anchura de una sala de cine -filas de diez asientos- los dos agrícolas comieron, hablaron, dormitaron, vieron películas, y por los ojos de buey observaron, desde 9000 m de altura, el azul del Mediterráneo y los tonos ocres inacabables del norte de África . Pasadas las once de la noche, el Boeing 777 inició con parsimonia las maniobras de aproximación a la capital de Qatar, que asombraba con una iluminación estelar. Mientras descendían brillaban en la distancia los grandes rascacielos vanguardistas, plenos de luz, impresionándose por todo lo que estaba naciendo en el entorno de la ciudad.
Alberto y Joaquín durante quince días, deberían de sectorizar la finca, analizar los diferentes suelos, reconocer los cultivos que ya se daban, buscar puntos de agua que permitiese potenciar el riego, estudiar altitudes y pendientes, reconocer todo el material gráfico posible tomar nota fiel de la realidad del lugar y trabajar sobre el proyecto con Fray Jorge Bender, el responsable de la Misión.
El Aeropuerto Internacional Hamad, en Doha, está situado en un terreno de explanación lindero con el golfo, posee una de las pistas más largas del mundo, y el lujo con cierto aire de nuevo rico se respira en cada rincón, desde la figura iluminada del inmenso oso de juguete hasta el burger más reducido.
Las dos horas largas de escala no duraron, al invertirlas en recorrer la terminal, situar la puerta de embarque, tomar algo, y ver la fauna con todas las razas, vestimentas y lenguas del planeta, dado que el Aeropuerto Hamad es un gran nudo de enlaces de vuelos para Europa, Asia y África. Una torre de Babel de cristal, plástico y acero. A las dos cuarenta y cinco el vuelo QR 1361 comenzó a separarse del finger y unos minutos más tarde se elevó con destino Maputo, la vieja Lourenço Márquez, capital de Mozambique.
Alberto, asturiano de Mieres, fue responsable de los proyectos de Concentración parcelaria del Principado de Asturias, con experiencia sobrada por tanto en todo lo relativo a suelos e infraestructuras. Joaquín, zamorano, ha dedicado su vida profesional a los sectores de Industriales agrarias y cultivos, ideal por tanto para evaluar las posibilidades de desarrollo agrario de la Misión.
Ambos son jubilados, en esa edad en la que una persona posee plenas facultades, todo el conocimiento, y algo muy valioso: tiempo. Y convencidos de que tienen que seguir siendo activos, poniendo la experiencia profesional al servicio de los demás.
-Lo hago por contribuir un poco a arreglar el mundo, pero también por mí, por el bienestar que se obtiene de la cooperación solidaria. Uno siente la vida de otro modo, dice Alberto.
Mientras dormitaban, el Boeing 777 sobrevolaba el desierto de Arabia, el Golfo de Adén, el Cuerno de África, Kenya… Un itinerario que no hace tanto tenía todos los componentes de aventura y estaba al alcance de muy pocos. El amanecer los alcanzó sobre la raya de la antigua Tanganika, un territorio que la literatura de viajes y aventuras y cine hicieron míticos – «Mogambo», «Hatari»- con el norte de Mozambique, la zona en la que aún se mantiene el terrorismo de ISIS.
El paisaje desde el avión de las tierras del sur del llamado continente negro ya no es marrón sino verde, la vegetación domina, aunque menos frondosa de lo imaginado. A las nueve de la mañana, el gran pájaro metálico se posó en la pista dos del aeropuerto de Maputo, casi pueblerino tras las dimensiones de Doha. Deseaban tomar una cerveza pero tras la recogida del equipaje y los trámites aduaneros (nada que ver con Doha del ordenador y la eficacia al bolígrafo y las colas en nueve horas), apenas sí tuvieron tiempo para pillar el vuelo local con destino a Chimoio, una pequeña capital de provincia en el centro oeste del país.
Aunque se encuentra a 1.100 km de Maputo, el consejo de Fray Jorge Bender fue que el traslado se realizase en avión, pues el viaje por carretera es impensable: mal estado de pistas y vehículos, lentitud, inseguridad, falta de todo tipo de servicios, el autobús se detiene en medio de la noche en cualquier lugar, habitado o no, hasta que amanece.
Mientras volaban con destino a Chimoio en un De Havilland a hélice de las Linhas Aéreas de Mozambique, los dos técnicos, revisaron su agenda. Una de las encomiendas era reconocer el cafetal ya plantado, valorar las posibilidades de crecimiento del cultivo, ver las características de lo existente, -variedades, marco, sol o sombra, riego, tipo de beneficiado…- , y entrar en contacto con el sector cafetero local. El ideal respecto a este cultivo es alcanzar una calidad apta para ser comercializado por una empresa asturiana que produce cafés de alta gama y podría colaborar de ese modo con el proyecto UBUNTU.
“Chimoio No tiene aeropuerto, tiene apeadero”, decía uno de sus WhatsApp. Era la una de la tarde y allí les esperaba un sonriente y activo Fray Jorge Bender, sacerdote de Santa Fe, Argentina, de unos sesenta años, responsable de la Misión, y enamorado de la fabada, la sidra y la Calle Gascona, tal como demostró en una visita reciente a Oviedo. Alojado en la Casa Sacerdotal por gentileza del vicario general, Jorge Fernández Sangrador, ante la calidad del dormitorio respondió «¿Pero acaso han sacado de acá al arzobispo? Creo que se confunden, solo soy un misionero, me falta un buen trecho para cardenal».
En las pick up blanca, marca Toyota, de la misión, se acercaron a Jécua distante 80 km cerca de la frontera con Zimbabwe la antigua Rhodesia del Sur.
Un edificio de una planta, pequeño y sin pretensiones, aún a medio hacer, pero ya con el confort básico preciso, a 5 km del pueblo de Manica, es el convento, enclavado en la finca, en la que viven los cuatro franciscanos que con un pequeño número de trabajadores locales atienden los huertos, plantaciones y animales de la explotación. Una mujer indígena – la mamá- se encarga de las labores de la cocina.
-Eu estava esperando por voçes dois. Eu vou facer alguns ovos fritos…
Cansados del viaje, tras disfrutar de unos huevos, una merienda- cena que no falla, se retiraron a dormir. En Jécua la vida comienza a las seis de la mañana, para aprovechar en la finca las horas en las que el sol aún no aprieta. La mama les había habilitado un desayuno propio del lugar: té con leche en polvo, mandioca cocida, pan con mantequilla y papaya
Allí vacas, cerdos, gallinas, tilapias -peces criados en estanques- y variedad de cultivos producen alimento para los habitantes de la finca, pero el objeto final es más ambicioso -: hay que desarrollar la producción para hacer posible la comercialización y la obtención de recursos que permitirán mejorar las condiciones de los habitantes de los setenta poblados que dependen de la misión.
La guinda del pastel será la puesta en marcha de una Escuela Técnica Agrícola de la que saldrán titulados capaces de expandir el conocimiento a todo el territorio. Ese es el Proyecto UBUNTU expresión local que significa «Soy porque somos»
El proyecto contempla así mismo la posibilidad de visitar la misión cualquier persona colaboradora de Agricolae Mundi que desee conocer el tipo de vida de los misioneros, pudiendo alojarse en la propia misión. Es la llamada «Experiencia misionera». El visitante deberá costear el importe del vuelo más una pequeña aportación a los misioneros- 10 euros/día- para cubrir los gastos de alojamiento y alimentación que genere. Joaquín y Alberto han aprovechado días atrás para visitar el Parque Nacional de Gorongosa, al Norte de Jécua «Gorongosa, impresionante, maravilla de animales y de paisaje. Pura África. Lo recorrimos en jeep. Una pasada» extractaron en un Whatapp.
Toda la información reportada por los dos técnicos será analizada y utilizada por los especialistas en cada materia, de Agricolae Mundi para proseguir con el desarrollo del Proyecto UBUNTU.
Deja un comentario